foto de emosaidis en pixabay
El autor concluye diciendo:
Está claro, ante toda esta evidencia, que “Boriken” carece de una realidad lingüística, historiográfica o documental. Por lo que debemos hacernos eco de lo que don Cayetano Coll y Toste escribió hace más de un siglo:
Desfigurar la palabra indo-antillana Boriquén sustituyéndola, arbitrariamente, con Borikua, Burinkem ó Burikem es ir contra la etimología del vocablo, contra sus radicales, y contra la escritura y ortografía de los primeros cronistas.
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